La fauna y flora de la Sierra Nevada de Güicán

Conoce las especies que se encargan de proteger y mantener vivo el ecosistema de páramo en Güicán de la Sierra

Fityeral Correa y Alejandra Osorio

1/10/2025

Las especies que puedes conocer

Al visitar su hogar, no solo serás un espectador, sino también un guardián temporal de este mundo mágico

Gallito de Roca (Tunqui)

Con su plumaje rojo ardiente, este ave parece haber robado el fuego de los atardeceres andinos. También llamado "tunqui", su danza nupcial es un espectáculo que solo unos pocos afortunados logran presenciar. Aunque no aparece en Encanto, su vivaz colorido recuerda los tonos brillantes de la casa Madrigal.

Venado de páramo (Taruka)

Se desliza entre la vegetación con movimientos delicados. Sus grandes ojos reflejan la calma de las montañas, mientras que sus astas simbolizan el espíritu indomable de la naturaleza.

Oso de anteojos (oso andino)

Guardián silencioso de los páramos que parece llevar un antifaz mágico que lo conecta con los secretos del bosque. Se dice que estos osos, los únicos de Sudamérica, son los verdaderos protectores del agua, ya que su presencia asegura el equilibrio de los ecosistemas.

Danta de Páramo (tapir andino o jardín de los ándes)

Es una especie única de las alturas. Este tímido herbívoro recorre los páramos de Güicán sembrando vida con cada paso. Su figura parece un vestigio de tiempos antiguos, recordándonos la conexión ancestral con la tierra.

Águila de Páramo (águila Mora)

Esta cazadora elegante domina las alturas con su vuelo majestuoso. En las leyendas de los Andes, se cree que el águila de páramo lleva mensajes a los dioses, actuando como una intermediaria entre mundos. Sus plumas negras y grises parecen estar hechas de las sombras del amanecer.

Guartinajo (Aguatí)

Este pequeño roedor, conocido también como "agutí", es un tesoro silencioso del páramo. Se le atribuye la capacidad de esconder semillas que, años después, se convierten en majestuosos árboles. En las leyendas locales, el guartinajo es un mensajero de la tierra, llevando secretos ancestrales de un lugar a otro.

Cóndor andino

Rey indiscutible de los cielos, el cóndor andino despliega sus alas, que pueden alcanzar hasta 3 metros de envergadura, como si estuviera pintando historias en el viento. Símbolo de los Andes y figura destacada en las culturas indígenas, el cóndor es una conexión viva entre el cielo y la tierra.

chivito de páramo

Diminuto guardián de los Andes, es un espectáculo de plumas brillantes, ver un Chivito del Páramo en su hábitat natural es un privilegio reservado para los viajeros con ojos atentos y corazones abiertos. Es un símbolo de la fragilidad y la belleza de los ecosistemas de altura, un recordatorio de que incluso las criaturas más pequeñas tienen un papel vital en la vida.

Puma Concolor (León de montaña)

Es un espíritu esquivo y silencioso que camina con sigilo entre los matorrales. Los locales dicen que es el guardián de los caminos secretos, y que cruzarte con su mirada puede ser una señal de transformación personal.

zorro plateado (zorro culpeo) 

Astuto habitante de las alturas, parece ser una criatura sacada de un cuento, con un pelaje que mezcla tonos grises y rojizo. Es visto como un guardián de los caminos secretos del páramo, aquel que protege a los viajeros que respetan la naturaleza. Símbolo de astucia y adaptabilidad y recordatorio del poder y la magia que habitan en las montañas andinas.

Las especies que puedes conocer

Al visitar su hogar, no solo serás un espectador, sino también un guardián temporal de este mundo mágico

El chusque

Bambú de los Andes, el chusque se despliega como una alfombra verde que abraza las laderas de las montañas. Este miembro flexible y resistente de la familia del bambú es refugio de aves, insectos, y pequeños mamíferos. Sus cañas son utilizadas en construcciones tradicionales y su presencia es un signo de un ecosistema sano y biodiverso.

La Valeriana Arbórea

La valeriana arbórea, más que una planta, es un remedio natural en los páramos. Sus raíces desprenden un aroma dulce y calmante que, según las leyendas, alivia tanto a quienes caminan por los senderos como a los mismos espíritus de las montañas. Esta planta también tiene un papel importante en la regeneración del suelo y como refugio para insectos polinizadores.

Senecios

Con sus formas y colores variados, pintan los páramos como un lienzo vibrante. Algunas especies son pequeñas y delicadas, mientras que otras tienen tallos gruesos que soportan el frío intenso. Los senecios son la definición de adaptación, y sus flores amarillas son un festín para los polinizadores que osan volar en las alturas.

Frailejón arbóreo ramificado

Este emblemático guardián de los páramos extiende sus ramas como si abrazara las nubes. También conocido como "el árbol del agua", el frailejón retiene gotas de rocío y llovizna que luego alimentan los ríos. Sus hojas, cubiertas de suaves vellos plateados, parecen reflejar los rayos del sol, iluminando la neblina matutina. Habita exclusivamente en los páramos de los Andes, siendo un símbolo de resiliencia en la altura.

El Encenillo (Weinmannia tomentosa)

Cuentan que el encenillo susurra historias antiguas al viento, guardando secretos del páramo. Este árbol, con su corteza rojiza y su aroma dulce, juega un papel crucial en proteger los suelos de la erosión. Su madera, fuerte y duradera, ha sido utilizada por comunidades locales, pero su conservación es clave para mantener el equilibrio del ecosistema.

El Abarco (Cariniana pyriformis)

Conocido como "el gigante noble", el abarco es un árbol maderable que se alza con imponente elegancia en los bosques andinos. Sus raíces profundas anclan la tierra, mientras sus hojas dan sombra a otras especies que dependen de él. La madera del abarco es una de las más resistentes, utilizada tradicionalmente en la construcción, aunque su explotación ha llevado a proteger esta especie en diversas áreas.

Las Epífitas

Las epífitas son las joyas del bosque, plantas que flotan en los árboles como si fueran un adorno de la naturaleza. Entre ellas, bromelias, orquídeas y líquenes decoran los troncos y ramas, absorbiendo la humedad del aire y el rocío. Son un claro ejemplo de cómo la vida puede prosperar en los rincones más inesperados, creando microhábitats que sostienen una cadena de vida interconectada.

El Yopo

Árbol místico en culturas indígenas, el yopo es conocido no solo por su imponente presencia, sino también por las semillas que han sido utilizadas en rituales ancestrales. Este árbol simboliza la conexión entre el cielo y la tierra, con ramas que parecen tocar las nubes y raíces que penetran profundamente en la historia de las montañas.